2 de abril de 2011

Quisiera ser ella

Hoy, no sonó su cachivache inseparable, su despertador. Despierta y mira su celular, “ya es muy tarde” piensa. Se talla los ojos y bosteza.

Siguiendo la rutina diaria (aunque una hora más tarde) se cepilla los dientes y desecha los desperdicios de la digestión del día anterior.

Se predispone comenzar con sus ejercicios de aerobics, pero ya un tanto desanimada debido a la hora, abandona la idea y decide ir a la cocina a comer cereal.

Momento de la ducha, ella se duele por el ardor que provoca el agua caliente al contacto con las heridas recientes de sus brazos

Un chico de su clase de arte contemporáneo la mira, ella le sonríe. Le parece sumamente atractivo.

Sale del aula a atender una llamada, al regresar a su pupitre voltea a ver al chico, este le regresa la sonrisa. Parece gustarle.

En la parada del transporte público lo vuelve a ver, esta ocasión, él va con su novia y no hay sonrisas.

Vaya día, también llega tarde a la clase de alemán.

Luce atenta a la explicación del profesor, de repente siente una mirada y voltea, se trata de un muchacho apuesto y de buen físico, atónita lo observa durante escasos segundos. Luego, regresa su mirada a la pizarra.

Termina la lección, agarra su bolso y sale, metros adelante voltea la mirada buscando al muchacho apuesto. Ahí está él, mirándola y de forma inverosímil el joven le sonríe, no le regresa la sonrisa y se marcha apenada.

Hora de un mensaje de texto con destino a su novio, lo extraña, no lo ha visto desde el martes. Si, tiene novio y suelen pasar las tardes en el 127 de Orizaba. Ella lo ama.

Elige la banca que reciba la mayor iluminación posible, al fondo se oyen Goldo, Rosa, Lucky, Brandy, Tristán, Robert y Luca, como juegan y corren alrededor del gran David de Miguel Ángel que posa desnudo. Saca un cigarrillo mentolado y lo fuma mientras observa la belleza de la luna.

Llega a su hogar, recoge el correo y lo abre mientras asegura la puerta con llave. Enciende las luces y prende el televisor para sintonizar “la novela de las diez”, siente hambre y se dirige a la cocina a prepararse un emparedado de jamón serrano (su favorito), se sirve un vaso de leche fría y se pone cómoda para ver el televisor.

Se pierde unos minutos leyéndose a Huxley, se percata de que es tarde, va al sanitario, se cepilla los dientes, se mira al espejo y se dice así misma “TODO EL MUNDO QUIERE UNA VIDA MÁS EXCITANTE DE LA QUE NUNCA VAN A TENER”