31 de julio de 2011

Visita

Una nueva tarde, un bar diferente, la misma cerveza de siempre. Elije una mesa próxima a la barra y comienza a explorar el lugar, luces neón que iluminan el lugar desde cada esquina superior, fotos de bandas de los 00´s y una pantalla donde se lee todo lo que el establecimiento ofrece. Así mismo echa un vistazo a las demás mesas en busca de chicas guapas. Una vez más parecía que bebería solo.

Tres cervezas más tarde una chica toma asiento en la mesa de junto, ha llegado sola y le sonríe. Minutos después el busca que sus miradas se encuentren y lo logra, nacen nuevas sonrisas. Ambos sabían que existía un algo entre ellos. La chica levanta su copa en señal de “salud”, él responde de igual forma, luego se acerca y le pregunta su nombre, sin embargo no logra entenderlo debido a “Star Guitar” que resuena en las bocinas del lugar, el le dice que si entendió para no quedar mal.

Ella le cuenta sus aficiones: la moda, los gatos, la lectura y el baile, ella baila de todo especialmente arquitectura. Mientras ella habla, el chico la mira fijamente, le gusta, no como es o como piensa, sino su forma de vestir.

Siete cervezas después de haber llegado al bar ellos ya platican, bailan y se besan. El mundo se detiene, no existe nada más que ellos dos, las cervezas en la mesa, el cantinero y la foto de Justin Vernon observándolos desde la pared. Ella, un poco alcoholizada le cuenta acerca de cómo ha perdido el respeto por el sexo masculino y la manera en la que su vida se ha ido al carajo, vive con su madre y cinco gatos en los suburbios de Citymex, trabaja vendiendo ropa en una tienda al sur de la ciudad. Por el contrario, el se limita a contarle que se alejo de su familia hace catorce años y ahora vive con su novia en un departamento de la Narvarte.

Ella lo invita a su casa, el accede, solo tiene que llamarle a su novia para avisarle que llegará tarde. Ya en su carro se besan efusivamente y cogen en el asiento del copiloto. En la radio suena “forever empty”, el nuevo sencillo del sexto de los Strokes.

La noche cae, llegan a la casa de la chica, ella yace dormida en el asiento trasero del Pontiac negro, el toca la puerta, sale una anciana y “le entrega” a su hija, de quien nunca supo su nombre. Se despide con un "buena noche señora" y emprende el camino a casa.

Toma el celular y le llama a su novia, ella amablemente le dice que todo está en orden y que lo esperará en casa para que cenen juntos.