20 de julio de 2014

Escarabajos


…Luego me besó, al fin. Pude sentir cada pliegue de su labios, saborear cada cosa que comió desde que nació hasta ese momento, desde que la vi afuera del palacio de los deportes por primera vez hasta hoy; sus papilas excitadas, abiertas, punzantes, el regusto a tabaco y cerveza, mi boca en su boca. Sus manos rodeaban mi cuello, me protegían del abismo que se abre cada vez que el amor comienza. Te juro, mujer de ojos verdes, que pude de forma física, tangible, el vértigo de mis pies pendiendo de la nada: apenas y lograba sostenerme en el sofá de sus manos y de su boca. Me aferraba a esa lengua porque sabía que ahí también estaba mi vida, como en mí estaba la suya. Soulmates, diré para acomodarme a lo que supone la idea del amor. “Soulmate” porque “almas gemelas” suena a incesto.