23 de enero de 2011

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Una vez me hice un juramento, jure que si algún día encontraba a esa chica que tanto anhelaba, que tanto me gustaría tener como novia, una chica guapa que lograra que me enamorara de ella en todo, de su forma de pensar, de ver las cosas, de querer y hasta de su físico. El día que la hallara me dedicaría a amarla, a ser feliz y hacerla feliz, a darle todo, todo. Tenía como 236 ideas de a donde ir con ella, qué comer con ella, qué ver con ella, qué hacer con ella, y muchas muchas cosas.

Hoy, estoy con esa chica…

Pero me frustra volver a ideas idiotas como la de “el dinero lo es todo”. Si, hace unos meses que la tenía bastante olvidada, junto con mi libreta personal y otros pensamientos, quizá sea porque me encuentro demasiado enamorado, con gran felicidad y no lo necesito, ya que siempre, o casi siempre guardo en una sección privada de mi cerebro los mejores momentos, y los momentos con ella vaya que son los mejores.

¿Cursi? Demasiado cursi pensar que ella es el amor de mi vida, tal vez eso diga ahora, y en unos años me ría de ello pero el día de hoy me fascina creerlo y sentirlo. Y díganme contradictorio o lo que sea, pienso que es una de las tantas palabras que me describen a la perfección, cuando la escuchan seguro me recuerdan. Contradicción = Javier (o Adal en su defecto).

Recuerdo que decía “con dinero lo tienes todo”, invitas dos, tres o hasta cuatro chicas a salir, encuentras a tu “media naranja” y ¡listo! Le das todo, la llevas en carro a Cuernavaca de fin de semana, le compras toda la ropa que le guste de Zara, van a conciertos que resultan malos y no importaría, van a fiestas con un Jack Daniels para cada ocasión, y demás. Vida materialista que imaginaba era ideal, la que deseaba en aquel entonces. No veía más allá de tener unos cuantos miles en billetes de alta denominación en mi cartera.

Recuerdo también cuando me burlaba y criticaba a aquellas parejas cursis de tiempo completo, aquellas parejas que pasaban eternidades hablando por teléfono luego de verse todo el día. Aquellas parejas que se daban de comer en la boca diciéndose “te amo” cuando de seguro ni ellos saben si en verdad lo sienten, diciéndose también “oye amor pásame la sal”. Esas parejas melosas que caminaban de la mano y era fácil imaginarlas con una canción de She & Him o algún grupo meloso de pop de fondo. Ahora también, soy una de ellas.

Recuerdo cuando maldecía los “restaurantes” de comida rápida, y ahora soy consumidor de ellos. Ahora cuando como, en vez de servirme agua de guayaba de la jarra incluida en el “paquete” de la comida corrida” o en vez de beber mi coca-cola de vidrio con un resto de cilantro en la boquilla después de morder “uno de suadero”, me tengo que levantar a la maquinita que te ofrece todo el refresco que quieras (muy insípido por cierto).

No sé si para bien o para mal he cambiado algunos aspectos. Me he alejado de todo y de todos (lo lamento), he modificado mis prioridades e intento ver las cosas de manera diferente, es entonces cuando ella me intenta convencer de que estoy equivocado, sumamente equivocado, me dice que a ella no le importa y que ella es feliz. Que no le importa tener o no tener dinero. Que eso pasa a segundo o tercer plano.

Sé que mis ideas o mi forma de pensar son bastante carentes, que son incorrectas y no me llevarán a grandes cosas, tengo un pasado bastante criticable e inestable, sin seriedad y lleno de juego, bueno no solo el pasado, aún conservo parte de ello, mi necedad y mis berrinches por ejemplo. Pienso estúpidamente como el bastardo que cree que es menos que todos: “Me pregunto si en verdad la merezco”. Me confundo un poco por primera vez en cinco meses y pienso que tal vez mi destino sea estar solo, o ¿apoco a ustedes no les parece patético que tu novia y un cuaderno sean tus mejores amigos? Segundos después ella toma mi mano de forma inverosímil, levanto la mirada hasta encontrarme con la suya y me sonríe, y es cuando la veo fijamente y pienso: “ojala me equivoque”. Pienso que es esa sonrisa la que me ha hecho tan feliz, que esa sonrisa es la que me hace olvidar mi pasado abrumador, esa sonrisa me da seguridad, esa sonrisa me enamora y sobre todo que esa sonrisa elimina todo el dinero que pudiese obtener.

Si, caí, la amo.

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