23 de agosto de 2011

Forever Alone

Han pasado ya cuatro meses desde que su soledad se hizo participe en su vida, cuatro meses de aquél duro golpe. Han sido meses difíciles donde todo es tristeza y nostalgia. Solo recibía noticias malas, y las buenas, las tomaba de manera indiferente. Hasta que un día llego su padre a casa anunciando a la familia que acaba de ganarse el melate, y que repartiría el dinero equitativamente entre sus hermanos. Su padre y su madre se quedarían con el cincuenta y cinco por ciento para gastos familiares, administrar el dinero de buena forma, mejorar su hogar y algunas revisiones médicas, lo demás sería para mejorar su calidad de vida poco a poco. Así, sus hermanos y él tendrían quince por ciento del premio cada uno, alrededor de ochocientos mil pesos para cada quien, una suma realmente grande comparada con el nivel de vida que han llevado a lo largo de su vida.

La noticia no pudo haber llegado en mejor momento, después de muchos meses el vuelve a sonreír y a soñar. Toda la tarde fue risa, brincos y plática acerca de que comprarían todos con su dinero. Pero llego la noche y como todas las noches antes de dormir, se lavó los dientes, apagó la luz, se puso los auriculares, encendió su iPod, buscó la lista de reproducción “Forever Alone” y le dio play para conciliar el sueño, empero esta vez no lo conseguía, pensaba y pensaba que hacer con su dinero, en el fondo sabía que ni todo ese dinero que le acababa de obsequiar su padre lo haría feliz de nuevo, así que pensó y pensó hasta que se le ocurrió una grandiosa idea. Había algo o alguien mejor dicho, que podría hacerlo más feliz que todo ese dinero, ella, la chica de sus sueños, el amor de sus “veinte”. Ella.

Sin embargo, él sabía que el dinero jamás haría que volviera, ni todas las pull & bear de México lograrían que ella regresará (a ella le encantaba la ropa de ahí).

Una gran, aunque complicada idea surgió en su mente, llevaría mucho trabajo consigo y era muy arriesgado pero quizá valdría la pena intentarlo, así que puso su plan en marcha. Tomo el teléfono y comenzó a buscar en su agenda unos cuantos contactos, le llamó a cuatro chicas y a un chico. Les contaba acerca de su plan y de lo que pretendía, era muy laborioso, pero todos parecían aceptar lo que les pedía luego de su detallada explicación. Al otro día fue de compras, adquirió todo lo necesario para su plan, hizo otras llamadas, hasta uso la laptop para algunas compras, se notaba apurado en sus planes, era impredecible e inimaginable lo que pretendía. Ya le había puesto fecha al plan, si salía todo en orden este se llevaría a cabo el nueve de diciembre.

Por otra parte, ella, la chica de sus sueños, se encontraba feliz, le iba muy bien, rearmaba su vida, disfrutaba de su soledad, siempre tan apegada a sus amigos y sin olvidarlo a él, de repente solían mensajearse o platicar por ratos en la escuela, ella siempre fue madura y siempre sabía cómo responderle a la vida. Ella era feliz. Un día en la escuela, llegaron su mejor amiga y su mejor amigo, le dijeron que tenían una muy buena noticia. Le dijeron que un familiar consiguió boletos gratis para irse de viaje a Nayarit como lo habían planeado a lo largo del semestre y que los gastos que harían en ese viaje serían mínimos si lo hacían el nueve de diciembre. Ella, incrédula les preguntaba cómo era posible eso, y que era un notición. La fecha se acercaba, no había mucho tiempo para pedir permisos y hacer algunas compras necesarias para el viaje. Todo fue muy rápido. Por la tarde ella le conto a su ex, si al chico de nuestra historia, que se iba a ir de viaje la próxima semana, él le respondió que se sentía feliz por ella.

Y así fue, llegó el nueve de diciembre, todos se quedaron de ver en el aeropuerto, nadie creía que viajarían gratis. Todo era inverosímil y grandioso. Todo, hasta que a la hora de abordar se repartieron los boletos, todos se sentarían juntos menos ella, pero debían respetar los asientos en el avión. Se molesto un poco, pero segundos después todo cambio, no había razón por la cual enojarse si el viaje era gratis. Ya dentro, buscaban sus asientos, encontró el suyo y se sentó. A un lado había un sujeto volteando por la ventana. La sobrecargo dio las indicaciones necesarias para disfrutar del viaje, ya en el aire paso a los lugares a ofrecer algunas amenidades a los pasajeros, pasó y le preguntó que quería al sujeto extraño que se encontraba al lado de ella, él le contestó que una botella de agua y un emparedado. La chica se quedo absorta mirando el carrito de la sobrecargo, aquella voz le era familiar, de hecho bastante familiar. Volteo a ver al chico y se quedo sin palabras, sin expresión alguna en su rostro, no lo podía creer, no podía imaginarlo.

Llegaron al aeropuerto de Puerto Vallarta, de ahí un bus los llevaría hasta la Riviera Nayarit. En el aeropuerto todo marchaba mal, ella estaba más que molesta, la mentira de sus amigos y aún peor, el “numerito” cortesía de su “adorado ex”. No había de otra más que seguir con el plan, Para ella, no había de otra más que seguir en el viaje. No podía regresarse a México, era imposible, los boletos de regreso estaban programados hasta dentro de cinco días. El camino hacia la Riviera fue tedioso, él estaba muy triste, ella muy enojada y sus amigos preocupados y culpables. Llegaron al hotel, se registraron, y ¡oh sorpresa¡ la que se llevo nuestra querida chica, se supone que compartiría habitación con él. Ella se negó y exigió una habitación con alguno de sus amigos o sola.

[Si, dale play]

Todo lucía muy mal, todo lo malo que podía pasar estaba ocurriendo. Él se instaló en su habitación, no fue a comer como todos los demás, se paso toda la tarde en el balcón disfrutando de una muy hermosa vista y puesta de sol que se apreciaba a la distancia, todo acompañado de su infaltable lista de reproducción “Forever Alone”. La noche llego, no habría fiesta como se había planeado, ella seguía molesta y sus amigos la intentaban hacer sonreír, terminaron en el bar del hotel pasando una noche agradable, después de unos tragos lograron que ella sonriera.

Sin embargo, nuestro chico seguía en el balcón degustando de un agua embotellada y el sonido de las olas de medianoche. Todos fueron a dormir. La imagen no podía ser más triste: él con la mirada clavada en el océano, ella, acostada en su cama, con las luces apagadas y pensando en él. Si, al fondo de nuestra historia suena The Build Up. Los dos solos en sus habitaciones pensando uno en el otro. Quedándose dormidos poco a poco, con el paso de los segundos, él en la silla del balcón, ella cierra sus bellos ojos. Sueñan, sueñan que están juntos, que sonríen y se abrazan, que juegan en la playa, se acuestan, se besan y se miran, los dos saben que nadie más existe más que ellos dos tirados en la arena besándose. El mundo se detiene. Pero todo eso se queda en los sueños.

Al otro día, al despertarse, ella se ve al espejo, se queda mirándose a sí misma por unos minutos, se lava la cara, los dientes, se pone la primera blusa que encuentra y el short que le regalo él en algún viaje que hicieron en el pasado. Cierra su habitación, y va en busca de él, baja y sube escaleras apresuradamente hasta llegar a la habitación de él, la 6669, toca la puerta, segundos después sale él muy despeinado y con “olor a cama”, la ve y por obra de arte se dibuja una sonrisa en su rostro, se ven y ríen. (si, lo sabemos, se avecina un final feliz con la voz de Feist entrando al quite). Se besan, se abrazan y cierran la puerta, se desvisten y se vuelven a besar, comienzan a hacer el amor, pareciera que los sueños no están tan lejos, pareciera. La hermosa voz de Feist acompaña el hermoso momento de ellos.


Sigue soñando güey, sigue soñando.

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