2 de noviembre de 2011

Nos he perdido

Tal vez cambié yo, tal vez sólo cambió la forma en que me miras. Tal vez siempre fui el mismo, sólo que antes me veías distinto.

Todo era silencio y viento, veíamos a lo lejos las luces del puerto y de algunos faros, pero aún más hermosas las estrellas y la luna que compartían con nosotros aquella noche.

Era un silencio cómodo, a veces interrumpido por un pequeño suspiro, o un beso frío, el olor a mar y a noche rodaba por nuestros rostros y agitaban tu cabello. Cruzábamos miradas y me acariciabas la oreja mientras mi cabeza descansaba sobre tus piernas.

Era un silencio placentero, escuchar la noche, el viento, las olas, las palabras que no decías pero que tus ojos expresaban.

Vámonos, me dijiste. Suspiré por última vez, te besé y me puse de pie, te tomé de la mano, como en nuestros mejores tiempos, y nos fuimos caminando a la habitación, como si no hubieran pasado ya meses, como si nada hubiera pasado.

¿Cómo fue que llegamos a ese punto?

¿Cómo fue que las caricias se convirtieron en olvido, los cariños en berrinches, los besos en indiferencia?

¿Cambié yo, cambiaste tú?

¿O simplemente cambió la forma en que me veías?

Culpamos y juzgamos a las personas ignorando que tal vez nosotros mismos fuimos los que cambiamos la forma de ver las cosas.

Lo que un día amaste tal vez fue sólo una expresión efímera de mí, tal vez fue lo mismo que he hecho siempre, pero que en ese momento, te pareció diferente, mejor.

Quise cambiar por ti y terminé perdiéndome a mí, a ti y a nosotros mismos.




Hasta esta tarde de hoy en que nuestra soledad nos llevo por separado y coincidimos en aquella banca, en aquel parque donde solíamos estar juntos.

No hubo palabras ante el reencuentro, los dos sabíamos de alguna forma, que queríamos estar juntos, que merecíamos comenzar de nuevo y darnos la oportunidad de ser otra vez felices.

Solo que esta tarde estas dormida y yo soñando.



Infinitamente tuyo, Javier.

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