Fue un día que hubiera preferido vivir del lado de enfrente; un día en que las explicaciones quedaron enterradas bajo la sombra de tres postes blancos y una línea de cal pintada con desgano.
El partido comenzó como un trámite difícil, la explosión
de la tribuna marcó el camino para los once de la cancha. Un
nudo en la garganta impedía que la tibia brisa de himnos futboleros acompañe
los giros de la pelota y las ganas que los jugadores ponían a pesar del
horizonte complicado.