19 de febrero de 2012

Una Giardinera y una Ambar por favor

Ya es martes, día donde todos somos o muy felices o muy tristes. El día donde el “amor” fluye por todas partes, las calles se cubren de helio, el metro de flores, los parques de peluches, las escuelas de chocolates y mi mente de recuerdos.
¿Dónde estás? ¿Qué haces? ¿Aún me recuerdas? ¿Aún guardas todos aquellos momentos que nos robaron miles de sonrisas? Yo sí. Recuerdo todos y cada uno de ellos.

Hoy estoy en uno de nuestros lugares, nuestro refugio, aquella fuente donde te pedí fueras mi novia, aquél lugar donde te "leí" el café y aquella mesa donde cenábamos pizza y naranjada.
Hoy te escribo para sentir que la distancia no es tan grande, para tratar de sentirte cerca. Hoy te escribo mientras el viento tambalea la mecha de la vela que yace sobre la mesa, el clima enfría mi café, el agua de la fuente luce con gran vida, el letrero de “Luis Cabrera” me observa sigilosamente y los Kings Of Convenience abren un portal a través de mis oídos para la llegada de tu recuerdo.
Pero hoy tú no respondes, no respondes y no me queda más que vivir con esas preguntas.
A veces cuando quiero saber de ti busco dentro de mí, tu risa, tus ojos, tus manos o tus labios regalándome tus besos. Sé que aquí encontraré todo lo que nace de ti y que siempre me diste.
Cuando quiero saber de ti prefiero no cerrar los ojos para imaginarte, mejor escucho esas palabras, esas canciones nuestras, te miro y acudo a ese sin fin de lugares que hicimos nuestros, estos lugares que guardan nuestro amor y lo harán por siempre.
Sé que ahí siempre te hallaré.
¿Hoy? Hoy no estoy triste, estoy feliz porque para mí, esta noche estás aquí conmigo cenando en el mismo restaurante que el 14 de febrero del año pasado.


Febrero.

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