Antes de publicar
un pequeño texto quiero compartirles algo a ustedes, mis únicos lectores que
entran a revisar el blog de vez en cuando sin avisarles que he escrito algo.
Caray, a quién engaño, ni siquiera llego a tres lectores;
solo es una.
En fin, han sido días difíciles, algunas noticias no tan
agradables y relaciones confusas e inverosímiles. Me doy cuenta que permanezco
mejor solo, estando y platicando conmigo mismo. Empero, la mejor compañía la
encuentro en mis amigos tristes. Sí, tristes.
Las reuniones, salidas y pláticas con ellos son realmente fabulosas. Y no crean
que dichas reuniones consisten en charlas aburridas llenas de lágrimas o
ambiente tenso. Nada de eso. Vamos a fiestas atorrantes, amanecemos en lugares
inesperados, nos drogamos con desconocidos, cantamos canciones mexicanas, nos
enamoramos de mujeres de piernas blancas que bailan al ritmo de New Order,
bebemos mucho ron, llegamos a jugar PES y reímos, reímos en demasía. Los chicos
tristes en verdad reímos en exceso.
Eso sí, dentro de esas risas, carcajadas y burlas
escondemos algo, ese “algo” que logramos mantener oculto gracias al gesto
sombrío y fraternal que nos regalamos los unos a los otros. Ese gesto de
amistad que lo salva a uno. Ese gesto que nos avisa que no estamos solos pero
que nos recuerda:
No te confundas, puedes ser feliz por unas horas, pero tu
mente no se olvida de nada.
Amo como escribes, soy fan.
ResponderEliminarGracias. En serio, una de mis pocas lectoras.
ResponderEliminarYa conóceme.
:)
O bueno, conozcámonos.
ResponderEliminar:)