2 de noviembre de 2014

Los mejores domingos de ser joven


El reloj de la estancia señala que ya pasa de medio día, que tú ya vienes, que el Toluca juega y que debo darme prisa, ducharme y limpiar mi habitación para cuando llegues. Así sucede como cada semana, me mandas un texto cuando en la estación "arbolito" y así comienzan los mejores domingos.

Quedamos en los torniquetes del metro, pasamos a comprar cervezas, sodas o chatarra a la tienda de abarrotes y llegamos a casa. Figo te ladra y se sube a tus piernas, brinca y celebra que llegaste. Vas a la cocina a saludar a mis padres para después subir a mi habitación. Morimos de calor, nos acostamos y nos besamos, de nuestras bocas emergen dos o tres "te amo". Te amo.

Algo en netflix, Breaking Bad, Orange, Misfits o alguna película en la tv aparece, miramos acostados y empiernados. Más tarde mi madre nos llama, la comida está lista. Comemos, charlamos y reímos con mis padres. Toda la felicidad y las mejores personas del mundo reunidas en una mesa. No por nada son los mejores domingos de ser joven.

Volvemos a la cama, jugamos acostados, nos besamos y hacemos el amor, no me refiero a tener sexo, sino a "hacer el amor"; hacer el amor hasta que anochece. Y es entonces cuando se avecina el final, llega un taxi por nosotros y emprendemos el viaje a tu hogar. Abrazados en el asiento trasero decimos uno al otro "gracias, gracias por estar juntos hoy, gracias por amarme y por el domingo". Te dejo en la puerta de tu hogar y me marcho de vuelta a casa.

Y esos, esos son los mejores domingos de ser joven, los domingos perfectos. No como hoy, como este domingo. Tú enfadada y molesta, yo lamentándome y triste en mi cama. Acostado pero sin ti. Sin ti porque soy un imbécil e hice enfadar a la persona que más amo, a ti. Te hice enfadar porque te amo mucho más de lo que crees. Y me das y me da miedo. Y te amo más por eso.

Este domingo no será el mejor de ser joven porque no estás y tu árabe te extraña.



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